La Semana del Conocimiento y la Innovación en la Unidad Nacional de Protección comenzó con una apuesta distinta: hablar de seguridad desde el corazón. El pasado lunes, servidores y contratistas participaron en una jornada dedicada a la Inteligencia Emocional para la Seguridad, un tema que mostró cómo las emociones también son protagonistas en la protección y el bienestar de quienes trabajan en la entidad.

La mañana inició con una tertulia que invitó a los participantes a ver la seguridad más allá de las medidas físicas. En el encuentro, al que asistieron invitados nacionales e internacionales de organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y varias universidades, se abrió un espacio de diálogo sobre la importancia de reconocer las emociones en contextos de riesgo. A través de un círculo de palabra, los asistentes compartieron experiencias y sensaciones frente a situaciones de amenaza, resaltando cómo la autogestión emocional puede marcar la diferencia en la toma de decisiones y en el cuidado colectivo.

Este espacio abrió la puerta a una reflexión profunda: la seguridad no puede limitarse a la protección de individuos, sino que debe incluir un enfoque diferencial que ponga en el centro a las personas, sus realidades y sus emociones. Allí la inteligencia emocional se presentó como una herramienta poderosa para mejorar el bienestar, fortalecer lacomunicación, inspirar liderazgo y responder de manera más efectiva ante situaciones adversas.

El impacto fue evidente. A través de un ejercicio de abrazos y contacto con el otro, los participantes aprendieron cómo controlar el estrés en entornos laborales exigentes y cómo generar escenarios de comunicación seguros para la resolución pacífica de conflictos. Reconocer las emociones propias y ajenas se convirtió en un camino para prevenir riesgos psicosociales que afectan la armonía en los equipos de trabajo y, al mismo tiempo, para fomentar una cultura de cooperación dentro de la UNP.
La jornada demostró que la inteligencia emocional no es un complemento, sino un pilar clave en la gestión de la seguridad: ayuda a tomar decisiones rápidas y efectivas en situaciones de crisis, fortalece el liderazgo y convierte al diálogo en la herramienta más sólida para resolver conflictos. En la tarde, el ambiente cambió de la conversación a la práctica. Con el taller “El color de las emociones”, los participantes exploraron cómo la pintura, la reflexión y la expresión creativa pueden convertirse en herramientas para reconocer y manejar lo que sentimos en momentos de crisis. Tres stands –pintura introspectiva, reflexión guiada y conciliación creativa– dieron vida a una jornada en la que los colores, las palabras y el diálogo se mezclaron para fortalecer la autorregulación emocional y el liderazgo.
El cierre llegó con la dinámica de Conciliación Triangular Creativa, que puso en evidencia que la inteligencia emocional no solo aporta al bienestar personal, sino que también mejora la eficacia operativa y ayuda a prevenir conflictos en el trabajo.
Así, entre pinceles, reflexiones y conversaciones, la UNP inició una semana que promete seguir sembrando innovación y conocimiento, recordando que la seguridad también se construye desde adentro: reconociendo nuestras emociones y aprendiendo a gestionarlas.